LA ESCUELA DE NIÑOS DE FUENTES DE AYODAR
Sus tres últimos cursos
Eran las cinco de la tarde-hora muy taurina entonces-del día 1 de septiembre de 1959 cuando tomé en Castellón el autobús de Furió para ir a Fuentes de Ayódar a tomar posesión de mi nuevo destino como maestro.Juan M.Valer Córdova, que es quien esto escribe, no pudo hablar en Castellón con alguien que conociera Fuentes y pudiera ponerle en antecedentes de lo que alli iba a encontrar.Del pueblo sólo conocía que tenía algo más de 200 habitantes y que estaba a unos 43 km. de mi casa. Iba expectante pues nunca había ejercido en un pueblo tan pequeño(estaba calificada como Escuela Rural).
La primera sorpresa fue comprobar que el viaje duraba más de dos horas, parte del cual se desarrolló por una carretera de tierra y llena de baches y curvas, lo que me hizo suponer que estaba equivocado respecto a los 43 km.
Otra de mis preocupaciones se resolvió rápidamente pues en casa de
Lucía pude cenar y dormir.En aquel entonces Lucía suponía para Fuentes mucho más que el Corte Inglés; lo que actualmente llamaríamos una "gran superficie".Era al mismo tiempo fonda, bar, farmacia, supermercado,zapatería,...; allí había de todo.
De aquella primera noche me quedó grabada una imagen que formaban dos personas entrañables,
el tío Migué y el tío Emiliano.No recuerdo de que trató la conversación aunque me la imagino ( ellos preguntando y yo preguntando).Lo que sí veo todavía es a los dos encorvados en la silla con un vaso de vino en la mano, después de un duro día de trabajo, y con una colilla pegada en los labios que parece formaba parte de su cara como un apéndice más.
A los pocos días, me fui a vivir a la casa del maestro.Cuento esto por recordar a la
tía Tonica, que fue la persona que se encargó de asearme la vivienda y de hacerme la comida.De ella recuerdo que siempre me decía: "hay que comer de lo que da el tiempo".
Aunque no tiene relación con la idea de este relato, quiero dejar constancia de que coincidiendo con mi llegada a Fuentes, se estaba instalando la línea telefónica que iba a unir al pueblo, a través de Onda, con el resto del mundo.
La escuela de niños, así como la de niñas, estaba situada en la plaza Salvador Segarra.En la planta baja, una sala larga, estrecha y con una ventana al fondo, era el aula; en el primer piso,la vivienda del maestro: y en el segundo,residían las ratas a las que oía correr y reñir algunas noches.Por una puerta situada horizontalmente en el suelo se accedía a un sótano que tenía salida a un pequeño patio.¡ Que extraña sensación abrir, mejor levantar, la sepulcral puerta!.
La matrícula era de unos doce o catorce chicos con edades comprendidas desde párvulos hasta los catorce años.Un chico y una chica venían diariamente desde Macasta y de la Masá el Conde.
El sistema de enseñanza debía de ser muy moderno puesto que pasaron bastantes años hasta que se impuso en España la educación individualizada.En Fuentes era normal y obligado este sistema pues, como máximo, coincidían 2 ó 3 chicos con la misma edad.
Recuerdo que introduje en la escuela la célebre Enciclopedia Alvarez.A los pocos días oí con satisfacción que un chaval de decía a otro: ¡ Tú que libro más bueno ! .Con esto apagué el pequeño remordimiento que tenía por si les había parecido caro (recuerdo que el de 3er grado valía 50 pesetas ).
Creo que los chicos alcanzaban un buen nivel de enseñanza.Uno de ellos se fue con su familia a vivir a la Plana; lo llevaron a la Escuela Graduada y lo pusieron en la clase correspondiente a la edad del chico; a los pocos días lo pasaron 2 salones con chicos mayores.
Quiero contar, como curiosidad que el día que un chico cumplía los 14 años dejaba de ir a la escuela, aunque en Junio volviera para hacer el exámen que suponía obtener el Certificado de Escolaridad.
Los hijos o nietos de algunos veraneantes de Barcelona y de Valencia-Palmireta, Joaquin, Aurelio,?-solían venir a la escuela durante sus estancias en Fuentes.Hasta un parvulito de 3 años que un día se quedó dormido y tuve que despertarlo para salir.
El último trimestre del año 59 hubo escuela de adultos.Como el mínimo exigido para ello era una matrícula de 10 alumnos tuve que apuntar a todos los chavales que aún no habían ido a la mili para poder alcanzar dicha cifra.Un chico sólo asistió a clase el primer día.Recuerdo que, por falta de luz eléctrica, hubo que suspender la clase muchos días ya que el horario era de 7 a 9 de la tarde.
Un detalle propio de la época era el reparto de leche a los niños como muestra de la ayuda americana.Cada día, una madre de alumno traía una olla con agua caliente.Como la cantidad de agua era distinta cada vez, yo le añadía a ojo, la leche en polvo que creía conveniente.Esto me resultaba desagradable, pues los resultados, a veces no eran satisfactorios.En una ocasión hubo una asignación de dinero, poco más de 100 ptas. por alumno/a, para que le compraramos prendas de vestir.Se acordó que cada madre comprara lo que quisiera y después vinieran a enseñarme lo que habían adquirido para poder comprobar que estaba bien gastado.
Otra imposición de aquellos tiempos, incomprensible en la actualidad, era obligar a los maestros y a sus alumnos a que "fueran a misa" todos los domingos y fiestas.Ello forzaba a los maestros a que el lunes tuvieran que hacer el control de asistencia correspondiente.
Aunque en la Masá ya no vivía nadie en esa época y creo que todas las casas del pueble estaban habitadas, durante mis tres años de estancia en Fuentes aumentó la emigración de familias enteras.Este fenómeno se agravó cuando el casi único medio de obtener dinero-la punxa-se acabó.
Durante una de mis visitas al inspector, me dijo que estaban esperando a que yo me fuera a otra escuela para cerrar la de niños.Así ocurrió el 31 de Agosto de 1962 en que fui destinado a San Juan de Moró, quedando en Fuentes una única clase que desde ese mismo momento fue mixta, pero es un dato que desconozco.
Ahora ya jubilado, me doy cuenta que aquel joven maestro que iba destinado a Fuentes con el único objetivo de salir de allí cuanto antes, ha quedado ligado a la historia del pueblo.Tuve la suerte de casarme con
Amparo, nieta del Tio Celestino (persona muy sobresaliente tanto en el pueblo como en toda la comarca ) y el pueblo que parecía iba a ser un vago recuerdo de mi vida, se ha convertido en algo esencial y del que me considero un vecino más.El destino, a veces, nos guarda estas agradables sorpresas...