Actualmente, todas las casas del pueblo disponen de lavadora automática para la limpieza de la ropa, se compran detergentes de diferentes marcas y usos, suavizantes, lejías, etc. pero alrededor de los años 1920-1930 y anteriores... El jabón lo hacían las mujeres, mezclando sosa cáustica con aceites usados de cocina y grasas de animales. El proceso consistía en poner la sosa en agua templada para que se diluyera, añadiendo las grasas junto con los aceites, removiéndolo durante un buen rato y filtrándolo con una tela mientras se abocaba en una caja de madera. Una vez seco, lo cortaban en trozos, obteniendo unas pastillas de jabón rectangulares, de medidas ligeramente más grandes de las que se pueden comprar actualmente. Dado que no había agua corriente en las viviendas, colocaban la ropa sucia en una cesta o canasto de mimbre, se lo ponían encima de la cabeza sobre una rodeta hecha de tela, y se trasladaban al río o al lavadero situado en la Fuente del Cañar (la riada del año 1957 lo hizo desaparecer, el actual es nuevo) donde lavaban todo tipo de ropa a mano. Habría que pensar en los meses de invierno, la temperatura del agua y del lavadero, quizá también, los comentarios entre ellas. Posteriormente, hacían LA COLADA, un proceso artesanal que requería un considerable trabajo y dedicación, sustituía en sus efectos, a la conocida lejía que hoy en día podemos comprar embotellada en cualquier droguería. Consistía en lo siguiente: |
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Esquema general
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Junto a la chimenea de cada casa, había un banco de obra de una altura aproximada de un metro, cerrado por delante pero con una boca de cara a la chimenea, por donde se vertían y guardaban las cenizas resultantes de la cocina diaria. Sobre este banco se colocaba EL COCIO - es una tinaja grande, de forma parecida a una maceta de flores- el cual tiene a su vez un agujero en su parte inferior-lateral de unos 3cm. Las sábanas y ropa blanca ya lavadas pero todavía húmedas, se introducían en el interior del cócio de forma ordenada hasta llenarlo casi totalmente, se cubría su boca con una tela de lienzo de medidas aproximadas a las de media sábana y sobre esta, las cenizas guardadas en cantidad equivalente a un cubo o capazo. Paralelamente, en la misma chimenea, hacia rato que se estaba calentando agua en una caldera de cobre sobre unos estréberes grandes, con unos buenos troncos para permitir el mantenimiento del calor durante varias horas. Con una caña gruesa de algo más de un metro de larga y agujereada por el medio, se unía el agujero inferior del cocio con la caldera, apoyándose en el borde superior de esta. Ayudándose de una jarra o cazo, abocaban con cuidado el agua caliente encima de la ceniza, filtrándose en el lienzo y pasando por toda la ropa hasta llegar a la base del cocio, donde a través de la caña volvía de nuevo a la caldera. Se iban añadiendo sucesivamente cazos de agua hasta que el agua salía por la caña ya caliente, este era el momento preciso para finalizar la colada. Dejaban la ropa enfriar y de nuevo en un canasto la llevaban al río, -a los pozos situados debajo de La Canal que lleva el agua a La Hombría- donde se le daba un ligero lavado. Para secarla, la extendían sobre las piedras, zarzas, romeros etc. poniendo unas piedras encima para evitar el viento, no se utilizaban pinzas porque sencillamente no habían. La ropa de color se limpiaba con el agua sobrante de la colada, quedando la ropa muy suave, desinfectada y limpia. La colada se solía hacer una o dos veces al mes. La llegada de la lejía, acabó con esta forma tan artesanal de desinfectar y blanquear las sabanas con resultados formidables, la blancura, suavidad y el perfume que tenían las ropas todavía viven personas en Fuentes que lo recuerdan. La utilización y vida de los cócios con el devenir de los años tuvo diferente suerte, se emplearon para pisar uva y hacer vino en casas con poca producción, para preparar la cal y "emblanquinar" paredes exteriores e interiores de las casas, en otros casos como elemento decorativo o simplemente en "la porchá" ya olvidados. |
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Banco soporte del cocio. Existente en antigua casa familiar de la Calle Estrecha. Véase el orificio para guardar cenizas. |
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Cocio de 1m de altura y 0.80 de diámetro aprox. Puede verse en la Calle del Medio delante del Horno convertido en maceta. | ||||||||||
Se sabe que en esta misma época, las piezas de tela se le compraban "al botiguero" de Ayódar el cual daba una "perrica" ó dos es decir 5 ó 10 céntimos, a la gente menuda para que fuera a hacer propaganda por todas las casas, variando la paga según las vueltas que daban al pueblo. Las mujeres le pagaban las piezas de ropa en monedas o en higas blancas, acostumbraba a llevarse un saco de estas, cada vez que subía a Fuentes a vender ropa. Las mismas mujeres cortaban y embestían los futuros vestidos, camisas, pantalones etc. y se lo llevaban a Dolores Pradas "Laborellas" para coserlo, ya que era la única mujer que disponía de máquina de coser, cobraba 10 céntimos por coser cada pieza, poniendo ella misma el hilo. Felicidad Puerto adquirió también una máquina de coser siendo durante años junto a Dolores, las únicas mujeres que se ocupaban de coser para todo el pueblo. Igualmente se tiene conocimiento, que en el segundo bancal a la derecha según se baja por el camino del lavadero de la carretera dirección a La Hombría, se cultivaban plantas de lino de las cuales y con una rueca se obtenían telas de lienzo. Las camisas y sábanas eran de lienzo, pero las de los recién casados de tela fina.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA |
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