Lorenzo Company Sanfélix, (Valencia, 1954 - Fuentes de Ayódar 2005) es una referencia ineludible en la historia del diseño en Valencia y una de sus creaciones, el símbolo de la discoteca ACTV, está internacionalmente reconocido. A pesar de la amplitud y variedad de su obra, su difusión fue limitada, pues frecuentemente se movía en ámbitos alternativos, al margen de las líneas de producción artística habituales. De hecho, la primera gran retrospectiva de su trabajo se vio en Fuentes de Ayódar en agosto del 2006, en la exposición homenaje que organizaron sus amigos y que recogió una parte significativa de su obra.

En 1995, Lorenzo, que a menudo firmaba su producción como Quique Company, fue seleccionado por el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) para participar en la exposición "20 Dissenyadors Valencians". Algunas de las obras allí expuestas forman parte desde entonces de los fondos del museo.

Formado en la escuela de Artes y Oficios de Valencia, Lorenzo Company fue protagonista de las iniciativas de diseño más creativas que se han puesto en marcha en Valencia, como el grupo La Nave, que se convirtió en una experiencia aplaudida en toda España. A lo largo de su carrera colaboró con diseñadores como Daniel Nebot, Javier Bordills y Paco Bascuñán. Con este último, formando tándem como Equipo Escapulario, firmó algunas de sus obras más transgresoras y vanguardistas, como los cuadros dedicados a Salvador Puig Antich, a los últimos fusilamientos del franquismo o la serie Los Borgia. Realizó también numerosos trabajos de interiorismo, decoración, señalización, cartelismo, ilustración e imagen corporativa. En el ámbito de las publicaciones diseñó fancines y trabajó en la maquetación y el diseño de revistas y diarios. Tampoco la música le fue ajena y firmó, junto a Angel Estellés, la banda sonora del video Cadafal, que realizado por Joan Ramón Anguera recoge la fiesta del toro embolado.

Muchos de sus compañeros y amigos de juventud son hoy profesionales prestigiosos. Sin duda ese mismo camino de reconocimiento profesional lo podía haber emprendido Lorenzo, pero él, después de unos años convulsos que habían afectado a su vida personal y profesional, decidió alejarse de todo y recaló en Fuentes de Ayódar. Esa nueva vida, muy dura en el aspecto físico, pero más estable en el plano anímico, le llevó a dejar de lado la creación artística. Los últimos años son los menos prolíficos, aunque hay dos excepciones notables: el políptico dedicado a la Esfera Azul que pintó a medias con Paco Bascuñán y el mural que dejó en lo que hoy es la Farmacia de Fuentes. Lorenzo atendió la petición de “hacer algo” en una de las paredes de lo que iba a ser sede de la Asociación Cultural "La Gavilla Verde" de Fuentes y luego se convirtió en Farmacia. Allí dejó Lorenzo su huella y los responsables de la farmacia tuvieron el buen criterio de conservarla. Hoy, tras su fallecimiento, adquiere un doble valor, porque es una de sus últimas obras y porque fue pintada en el lugar donde al fin alcanzó una estabilidad que hacía muchos años que le era esquiva.

Porque era indudable que en Fuentes se sentía feliz. Trabajaba en las brigadas del plan de empleo rural y vivía austeramente. Demasiado austeramente, porque nunca sacó rendimientos económicos de su producción artística. Creaba a impulsos y de la misma manera, en cuanto una obra estaba acabada parecía desentenderse de ella. Era como si diera por completado el ciclo vital que le había impulsado a crear.

Su talento merece sin duda que sea recordado como algo más que un enjuto, fibroso, mellado e impenitente bebedor de cerveza.

Juan J. Caballero Gil