Hay en la plaza de Salvador Segarra una fachada que de pequeño miraba y volvía a mirar. Era la única de Fuentes que tenía un estilo diferente y una “acera”, de poco más de un metro, recubierta de un fino mortero de color oscuro. Allí jugábamos los más pequeños y conversaban las mujeres sentadas en sillas de enea. Era un rincón atractivo, que invitaba a estar. Ahora la acera ya ha desaparecido.

La fachada que se alza en ese lugar es un guiño a los recursos decorativos del modernismo de finales del siglo XIX y principios del XX, como el “trencadís”, una técnica que consiste en unir fragmentos de cerámica con argamasa.

El uso de la línea curva en el remate de balcones, ventanas y de la propia fachada, las formas realizadas con “trencadís”, las baldosas de cerámica policromada con imágenes alusivas a profesiones y actividades rurales… todo ello deja entrever un refinamiento artístico que difícilmente se encuentra en los pueblos del entorno de Fuentes.

Sería lamentable que se perdiera tan extraordinaria fachada, una obra insólita por estos parajes.

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